Ángel Baltasar

Biografía

La Torre de Esteban Hambrán

1955

<div>Ángel Baltasar cursó estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. En sus comienzos expuso de forma individual y colectiva en Madrid (Museo Español de Arte Contemporáneo, ARCO, Palacio de Velázquez y otros), París (C.I.A.C. y otros), Cádiz, La Rioja, Burgos, etc.</div><div><div>&nbsp;</div></div><div>Como estudiante de Bellas Artes participó, en los años 70, en la exposición colectiva organizada por Juana Mordó, donde aparecían entre otros Tápies, Millares, Francés o Fraile. Según Baltasar, ese fue el detonante que le llevó a decidir ser pintor el resto de su vida. Entre una variada temática, en los años noventa trabajó numerosas veces el tema del flamenco, su poder seductor y su fuerza expresiva, la hondura de su declaración, la pureza del quejido, la voz ahogada y áspera. En sus obras hay &quot;duende pintado&quot;, se le señala como &quot;pintor del flamenco, es decir, pintor del movimiento&quot;. Ejemplo de este sentir es &quot;La Blanca Roja&quot; que muestra a una bailaora en pleno espectáculo o el magnífico Políptico del Quejío. Como sucede en varios de sus óleos, la obra aparece cortada en pequeñas tiras que, con mínimas variaciones de orden, pero manteniendo la composición, se han vuelto a pegar sobre una tabla de madera para crear contundencia y movimiento interno.</div><div>&nbsp;</div><div>Participa en la III Bienal de la Fundación ONCE con La Torre de la Igualdad (2001, técnica mixta, 150x150 cm) donde encontramos una yuxtaposición de la evocación urbana con la escritura, una escritura, sin embargo personal, no apropiada del escenario urbano en una obra pictórica, como la de Ángel Baltasar quien en La Torre de la Igualdad se inspira en un rascacielos por el que siente una especial admiración desde que en 1992 tomara su primer apunte del natural, el neoyorquino Empire State. La pintura constituyó una suerte de ensayo de su proyecto más ambicioso hasta la fecha, la realización de un complejo pictórico de ocho metros de altura que pudo realizar, a pesar de su discapacidad física, gracias a una maquinaria adquirida a través de la Fundación ONCE. A una elaboración en planos pictóricos plurales que remite inequívocamente a la destrucción de la perspectiva monofocal a la que procedió el Cubismo con una extraordinaria influencia, suma Baltasar en la superficie pintada de su lienzo un extenso poema con letras estarcidas, impresas mediante los tampones de madera de unas letras de gran tamaño procedentes de una imprenta, a menudo de no fácil lectura, siendo La Torre de la Igualdad la primera de sus obras en la que procede a la integración de un elemento textual en su pintura39. Del mismo modo confesional puede resultar su título si atendemos a esta proposición que ha incluido el artista en su autobiografía, &ldquo;no me amedrenté por haber perdido la libertad de movimientos&rdquo;40. Pareciera, al hilo de estas consideraciones, que en la afirmación pictórica de Baltasar se procede a una afirmación vital. Máxime cuando algunos de las treinta y seis pinturas (en técnica mixta y de tamaño homogéneo: 21,6x13,2 cm) que componen su Políptico de la Libertad (1996-1998) muestran elementos que representan inequívocamente una ascesis vertical, tales como una escalera de mano que llega al cielo o un ciprés que parece tocarlo, inspirado en la obra de Vincent van Gogh, Noche estrellada (1889, óleo sobre lienzo, 73x92 cm, Nueva York, The Museum of Modern Art).</div><div>&nbsp;</div><div>En la actualidad pinta retratos fundamentalmente, es quizá lo que más le gusta en un acrobático vuelo por conocer a los otros. &ldquo;Ángel Baltasar me mostraba un trabajo exhaustivo y concienzudo girando sobre una misma idea: el retrato; un retrato manoseado hasta la extenuación, bajo el mismo argumento, modificado hasta el extremo. Diez, veinte, treinta, cuarenta gestos reflejos dentro de un mismo rojo, una misma identidad, un larguísimo párrafo para mostramos lo otro, lo más allá del gesto, el curso del alma&rdquo;. Extracto catálogo exposición Orígenes</div>